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¿Cómo habla Dios, y a quién?

  • Foto del escritor: kala
    kala
  • 30 ene 2018
  • 2 Min. de lectura

Así pues, vamos a iniciar el diálogo con una pregunta que me había estado formulando durante mucho tiempo: ¿cómo habla Dios, y a quién? Cuando lo planteé, he aquí la respuesta que obtuve:

  • Hablo a todo el mundo. Constantemente. La cuestión no es a quién hablo, sino quién me escucha.

Intrigado, le pedí a Dios que me lo explicara mejor. Y esto es lo que dijo:

  • En primer lugar, vamos a cambiar la palabra hablar por la palabra comunicarse. Es un término mucho mejor; resulta más completo y más apropiado. Cuando tratamos de hablar a otros-tú a Mí,Yo a ti-, inmediatamente nos vemos restringidos por la increíble limitación de las palabras. Por esta razón, no me comunico únicamente con palabras. En realidad, rara vez lo hago. Mi modo usual de comunicarme es por medio del sentimiento. El sentimiento es el lenguaje del alma.

  • Si quieres saber hasta que punto algo es cierto para ti, presta atención a lo que sientes al respecto. A veces los sentimientos son difíciles de descubrir, y con frecuencia aún más difíciles de reconocer. Sin embargo, en tus más profundos sentimientos se oculta tu más alta verdad. El truco está en llegar a dichos sentimientos.Te mostraré cómo. De nuevo. Si tú quieres.

Le dije a Dios que si quería, pero que en ese momento deseaba aún más una respuesta completa y detallada a mi primera pregunta. He aquí lo que Dios me dijo:

  • También me comunico con el pensamiento. El pensamiento y los sentimientos no son lo mismo, aunque pueden darse al mismo tiempo. Al comunicarme con el pensamiento, a menudo utilizo imágenes. Por ello, los pensamientos resultan más efectivos como herramientas de comunicación que las mismas palabras.

  • Además de los sentimientos y pensamientos, utilizo también el vehículo de la experiencia que es un magnífico medio de comunicación.

  • Y finalmente, cuando fallan los sentimientos, los pensamientos y la experiencia, utilizo las palabras. En realidad, las palabras resultan el medio de comunicación menos eficaz. Están más sujetas a interpretaciones equivocadas, y muy a menudo a malentendidos.

  • ¿Y eso por qué? Pues debido a lo que son las palabras. Éstas son simplemente expresiones: ruidos que expresan sentimientos, pensamientos y experiencia. Son símbolos. Signos. Insignias. No son la verdad. No son el objeto real.

  • Las palabras le pueden ayudar a uno a entender algo. La experiencia le permite conocerlo.

….

  • Así pues, esas son las herramientas con las que Yo me comunico; aunque no sistemáticamente, pues ni todos los sentimientos, ni todos los pensamientos, ni toda la experiencia ni todas las palabras proceden de Mí.

….

  • La cuestión consiste en discernir. La dificultad estriba en saber la diferencia entre los mensajes de Dios y los que proceden de otras fuentes.

  • Esta distinción resulta sencilla con la aplicación de una regla básica:Vuestro Pensamiento más Elevado, vuestra Palabra más Clara, vuestro Sentimiento más Grandioso, son siempre Míos.Todo lo demás procede de otra fuente.

  • Con ello se facilita la labor de diferenciación, ya que no debería resultar difícil, ni siquiera para el principiante, identificar lo más Elevado lo más Claro y lo más Grandioso.

  • No obstante, te daré algunas directrices: El Pensamiento más Elevado es siempre aquel que encierra alegría. Las Palabras más Claras son aquellas que encierran verdad. El Sentimiento más Grandioso es el llamado amor.

  • Alegría, Verdad, Amor.

Del libro: Conversaciones con Dios, Neale Donald Walsh.


 
 
 

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